Trail running
La pregunta es muy simple. ¿Qué nos lleva a acercarnos a la naturaleza? ¿Por qué sentimos esa atracción hacia lo salvaje, hacia lo desconocido? Hacia caminos lejanos, fuera de nuestra zona de confort. ¿Por qué acudimos a las montañas?
La verdad es que George Mallory ya nos dio la clave en su momento.Y es que es verdad, acudimos a ellas “porque están ahí”. Porque es en ellas donde encontramos la paz. Es en ellas donde nos sentimos libres, donde podemos volver a disfrutar. Evadirnos. Es en ellas donde como corredores, y no tan corredores, disfrutamos de una misma pasión.
DAVID PICOREL | 37 AÑOS
Con más de 15 años de running a sus espaldas, a David, la monotonía y la rutina del asfalto le empezó a dejar mella, y nuevas ideas le comenzaron a sembrarse en su cabeza. ¿Dejarlo? ¿Buscar un deporte que le motivara más? Después de tanto tiempo y unas costumbres casi impuestas, ya no sentía la ilusión de antaño y los entrenamientos cada vez costaban más.
Fue entonces cuando desesperado por buscar calma y libertad decidió ir en busca de algo nuevo. Decidió comenzar a recorrer un camino salvaje, desde su interior hacia rutas que jamás pensó que pudiera correr. Hacia la montaña.
Con las ganas y la energía renovadas gracias a ese aire libre tan anhelado, David comenzó a prepararse. Iba a correr por lugares que nunca antes había corrido. Iba a olvidarse del asfalto, de las rectas eternas. Iba a cambiar sus costumbres y desaprender todo lo que conocía. Para adaptarse a un terreno totalmente diferente. A un espacio nuevo que dictaría las reglas del juego.
Pero no iba a hacerlo solo. Él sabía que todo su conocimiento heredado y construido sobre el asfalto iba a servir de base para su nueva realidad, pero no era ni mucho menos suficiente. Tenía ante sí una primera cumbre que escalar. Tenía que volver a ser alumno. RUNNEA iba estar ahí para que su transición fuera lo más fluida posible.
Desde su nueva posición de alumno, David comenzó a trabajar con nosotros para conseguir que esa paz y esas nuevas emociones que buscaba fueran llegando poco a poco. Y lo hicieran con la motivación y entusiasmo que necesitaba.
Paso a paso, empezaron a llegar los kilómetros, empezaron a llegar esos ansiados pero duros metros de desnivel. Subidas con sabor a sangre en la boca y bajadas con olor a libertad. Las cimas fueron pasando, los senderos, las rocas, los árboles… Todo era una comunión perfecta en la que día a día David se encontraba más a gusto, más inspirado. Volvía a ser él.
EL DORSAL
El tiempo fue pasando, y de la mano de RUNNEA, ya no sólo fue esa sensación de libertad la que volvió, si no que las ganas de competir, de colgarse un nuevo dorsal reaparecieron para quedarse. Con los deberes hechos y las ideas claras, David no tardó en hacerse con uno. Jugaba en casa, se disponía a correr por esos montes por los que tanto había entrenado. Pero esta vez, lo haría junto a tantos otros que amaban su nueva pasión.
Con la fecha del “día D” en mente, pero en un mar de dudas, siguió trabajando codo a codo a nuestro lado para llegar a la carrera, su primera carrera, en el mejor estado de forma posible. Los altibajos de una dura pero alegre preparación no hicieron más que seguir motivándole a continuar. A seguir luchando. Y así lo hizo.
Fueron 31 kilómetros y 1.500 metros de desnivel. 31 razones por las que mereció la pena. Y 1.500 motivos por los que no dejarlo ahí. La felicidad y la euforia empapaban los ojos de un David que se sabía ganador pese a cruzar la meta en el puesto 87. La verdad es que ni a él ni a nadie le importaba esa cifra. Había acabado, se había vuelto a emocionar.
Entonces comprendió que el trail running tenía algo que le enganchaba. Que iba más allá de marcas y resultados. Que era pasión. La pasión por correr y vivir. Por disfrutar del deporte y la naturaleza. La pasión de seguir calzándose las botas, de seguir llenándolas de barro en los días lluviosos para después limpiarlas y poder correr bajo el sol de los atardeceres en plena colina.
Su pasión. Nuestra pasión. ¿Cuál es la tuya?
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